domingo, 17 de abril de 2011

De Historia y de Leyendas

Los 5 Santos de Cartagena


Jarrón con azucenas en el Imafronte de Santa María de Cartagena
en Murcia
  Yo no soy una historiadora, soy una contadora de historias y, como las abuelas de antaño, pretendo transmitir a quienes quieran oírme narraciones,  pequeñas historias, longevas  unas, recientes otras pero con el atractivo de lo que raya en lo  misterioso; cotidianas y sencillas a veces, en  ocasiones sucesos extraordinarios, siempre desde el amor a una tierra, nuestra Cartagena, cargada de Historia grande,  y de historia menuda, de lo grandioso y sublime a lo tierno y ordinario pasando por lo legendario. Sí, sí, lo legendario,  y es que, sinceramente,  esforzándome en desnudar  mi entendimiento  de todo subterfugio,  desde la Razón pura y dura, no me queda otra que pensar que detrás de cada Leyenda existe una realidad, tan fuerte que ha llegado a nosotros transmitida de padres a hijos, de generación en generación.

Y sin más divagaciones, que bastante ha divagado ya esta humilde contadora de historias, aquí tenéis,  entre la Historia y la Leyenda, este pequeño relato:
Como muchos aún recordaréis, existieron en el antiguo Bº de la Gomera, más o menos en el lugar que hoy ocupa el Auditorio Municipal, las ruinas del antiguo Asilo de las Hermanitas de los Pobres, este edificio fue con anterioridad museo y Palacio Episcopal, desde finales del s. XVI en que se concluyó su reconstrucción, siendo Obispo Sancho Dávila, según nos cuentan Federico Martínez Casal y José Mª Rubio Paredes. Coincidió la mencionada reconstrucción con el pleito que la Diócesis de Cartagena mantuvo con la Villa de Berzocana, perteneciente a la Diócesis de Plasencia,  por la custodia de los restos de los santos Fulgencio y Florentina* que allí se veneran actualmente, aunque de ambos existen reliquias custodiadas en la ciudad  de Murcia.



La desaparecida Casa de los Cuatro Santos. Fotografía
anterior a 1.873**
Curiosa coincidencia pues, mientras el pleito se producía, el caballero  capitular don Pedro, Marqués de Rueda, eleva su voz en el Concejo solicitando la  rehabilitación del mencionado palacio. Ante la ausencia de fondos con que emprender las obras, el Concejo, decide escribir al Obispo solicitando  ayuda.  La falta de respuesta del Obispo provocó que, el 21 de mayo de 1588, una comisión del Ayuntamiento, compuesta por el Alcalde Mayor, un escribano del cabildo y varios regidores, entre ellos el citado Marqués de Rueda, se congregasen  en la Puerta de la Villa, en la subida del Castillo,  para proclamar la vergonzosa situación de la Casa de los Cuatro Santos (pues así se conocía ya entonces y de antiguo al mencionado edificio) dando lugar esta manifestación a una suscripción popular con la que se sufragaron las obras hasta que en 1.592, año  en el que el Obispado obtuvo las reliquias de los santos, este se hizo cargo de la reconstrucción*** y fue reedificada nuevamente después de quedar parcialmente destruida tras la Guerra del Cantón.
La de la  Casa del Duque Severiano o de los Cuatro Santos es una de esas tradiciones que han ido pasando de padres a hijos de generación en generación, es creencia popular que esa fue la mansión que habitaron Severiano (hijo del rey Teodorico abuelo y regente de Amalarico. Teodorico rehabilitó la ciudad después de la devastación producida por los vándalos  y nombró a Severiano duque de ésta ****)  y su esposa Teodora, según unos nacida en Cartagena de origen bizantino y religión católica, según otros perteneciente a la más alta aristocracia goda y de religión arriana convertida al catolicismo durante su estancia en Sevilla, ciudad en la que se refugió la familia hacia el año 554, cuando el emperador Justiniano tomó Carthago-Nova convirtiéndola en Cartago-Spartaria, capital de la España imperial bizantina.
Fueron Severiano y Teodora  padres de: Leandro, Fulgencio, Florentina,  Isidoro y Teodosia. Cuatro de ellos abrazaron la vida monástica: San Leandro, Arzobispo de Sevilla que fue el principal impulsor del III Concilio de Toledo por el que la monarquía gótico-arriana se convirtió al Catolicismo; San Fulgencio, Obispo de Cartagena y  Écija; San Isidoro, Arzobispo de Sevilla, continuador de la obra de su hermano San Leandro, dirigió el IV Concilio de Toledo, gran erudito, dejó una extensa bibliografía sobre los más diversos temas,  su elocuencia debió ser tan grande que hasta nuestros días ha llegado una leyenda que cuenta que cuando tenía un mes de vida, un enjambre de abejas invadió su cuna y dejó en los labios del pequeño Isidoro un poco de miel, presagio de la dulce y sustanciosa enseñanza que un día saldría de su boca; finalmente  Santa Florentina, profesaría en el convento benedictino de Santa María del Valle (Sevilla) del que fue abadesa,  se le atribuye la fundación de cuarenta conventos. Mujer culta, también fue la encargada de la educación de su hermano Isidoro. 
 El Padre Fray Antonio Herráiz, escribió sobre ellos la obra:  «Los cuatro ríos místicos del Paraíso de la Iglesia, cuatro hermanos santos, Leandro, Fulgencio, Isidoro y Santa Florentina, gloria de España y esmalte de la fe católica», obra que se editó en Valencia en 1767 en la imprenta de Benito Monforte. *****
Es quizás por eso que nos olvidamos de  la quinta hija santa del Duque Severiano, la ignorada Santa Teodosia, a ella  le tocó en suerte ser la esposa del rey godo Leovigildo y madre de sus dos hijos, el mártir San Hermenegildo y el rey Recaredo, el monarca que, por el III Concilio de Toledo, adjuró del Arrianismo e introdujo en su reino el  Catolicismo.
Dice el P. Morote en su libro “Antiguedad, y blasones de la ciudad de Lorca, y Historia de Santa Maria la Real de las Huertas”: “Asimismo, castillo suena como casto lirio: Caftellum, ,id eft , caftum lillum, Glafa , in Lucam ;  es el símbolo más propio de nuestros santos de Cartagena, pues fueron azucenas cándidas, cuyas fragancias tuvieron virtud para desterrar serpientes venenosas, y atraer abejas artificiosas, que labran en el panal la dulzura misma: Melifluas alicit ; venenata fugat, dijo de la azucena el Mundo Simbólico. De cinco hojas forma la azucena su corona y son otras tantas lenguas, que a un mismo tiempo forman filtros para desterrar venenos, y melifluas voces con las que atraer dulzuras: Dulcem referunt hac folia linguam. Picinelo. De cinco lenguas maravillosas formó la Divina Providencia la cándida corona de la Casa, castillo, o casto lirio de Severiano, pues de las lenguas de sus cinco hijos se oyeron filtros tan poderosos, que desterraron serpientes venenosas arrianas, formando asimismo tan dulces y católicas consonancias que atrajeron a estos reinos al católico dominio y pacífica obediencia de la Romana Iglesia".******
Y un jarrón con azucenas figura en el Escudo del Cabildo de la Catedral de nuestra Diócesis de Cartagena. Y en Cartagena, en la llamada Casa de los Cuatro Santos, cuenta la tradición que nacieron los cinco vástagos santos del Duque Severiano y de su esposa Teodora, de tan relevante papel en la conversión a la Fe Católica del pueblo Visigodo.
Hasta aquí la narración de esta  sencilla contadora de historias, desde ese lugar en el que Historia y Leyenda se abrazan fundiéndose entre sí, no pudiendo decir donde comienza la una y termina la otra, pero que, no podemos ignorarlo, está ahí, formando parte de nuestro propio ser, dotando al pasado de un pueblo de unas características especiales  que le otorgan su singularidad, esa singularidad que Cartagena, cargada de Historia y de Leyenda, posee en alto grado, a la que los cartageneros no podemos renunciar.

*Milagros Viqueira Lamadrid. “Santa María la Mayor. Catedral de Cartagena”, pag. 135. Editado en Cartagena por “Plataforma ciudadana Virgen de la Caridad”. Año 2003

** Existió en esta casa una lápida que se conserva en el Museo Arqueológico Municipal, en ella aparece la siguiente inscripción: “Esta es la Casa del Duque Severiano  donde nacieron sus hijos San Fulgencio, Obispo de Cartagena, San Leandro y San Isidoro, Arzobispos de Sevilla, Santa Florentina, fundadora de 50 monasterios y la reina Teodora, madre de san Hermenegildo, mandó reedificarla Don Sancho Dávila y Toledo, Obispo de Cartagena. Año de 1592”.
***José Monerri Murcia.  “La Puerta de la Villa y los cuatro Santos”. Artículo publicado en la sección “Cartageneros en el callejero”.Diario “La Verdad”. 17/08/09
****. ****** Fray Pedro Morote Pérez. “Antiguedad, y blasones de la ciudad de Lorca, y Historia de Santa Maria la Real de las Huertas”, parte 1, libro III, capítulo XIX, pags. 141-42 (De la Alta Casa de Severiano). Editado en Murcia por Francisco Joseph López Mesnier Año 1.741
***** Eduardo Cañabate Navarro. “La imprenta y sus publicaciones en Cartagena”. Revista Murgetana nº 20. Real Academia Alfonso  X El Sabio (Año 1.963)

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