Las reliquias de los Santos
“De cinco lenguas maravillosas formó la Divina Providencia la cándida corona de la Casa, castillo, o casto lirio de Severiano, pues de las lenguas de sus cinco hijos se oyeron filtros tan poderosos, que desterraron serpientes venenosas arrianas, formando asimismo tan dulces y católicas consonancias que atrajeron a estos reinos al católico dominio y pacífica obediencia de la Romana Iglesia”.*
Restos de San Fulgencio y Santa Florentina. San Juan Bautista (Berzocana) ** |
Si excepcionales fueron la inteligencia y las virtudes que llevaron a los cinco hermanos a ser figuras protagonistas en la unidad de España bajo la Fe Católica y referentes culturales en la Alta Edad Media Española esta circunstancia tiene como consecuencia, además de la pervivencia de su memoria en el tiempo, la aparición de historias y leyendas sobre su enterramiento y lugares de veneración.
De San Leandro, el mayor de los hermanos, cuyo fallecimiento se sitúa hacia el año 596, cuenta la tradición que fue enterrado en Sevilla, en el lugar que hoy ocupa la iglesia de los PP. Capuchinos, entonces un pequeño templo, la “Basílica de las Santas Justa y Rufina”, que, también según la tradición, había sido construido sobre el cementerio cristiano en el que Sabino, Obispo de Sevilla, dio sepultura a los santas tras su martirio, templo por el que nuestro Santo sentía especial predilección. Hoy los restos de San Leandro se veneran en la Catedral de la Ciudad Hispalense.
Los santos Fulgencio y Florentina fallecieron respectivamente en 630 y 633, unos dicen que estuvieron enterrados en el Santuario de Ntª Srª del Valle. en Sevilla, de donde fue abadesa Santa Florentina y donde la sorprendió la muerte, otros dicen que se les dio sepultura en el panteón que mandara construir su hermano Leandro, en la Basílica citada anteriormente, como lo fue también San Isidoro, en el año 636, yo me inclino por la primera versión porque me parece la más coherente a juzgar por los acontecimientos que paso a relataros y a que así aparece indicado en el Volumen X de la Obra España Sagrada del PP. Henrique Florez impresa en Madrid en 1753.
El caudillo berberisco Tariq ben Ziyad invade triunfalmente la Península en el año 714, según cuentan las antiguas crónicas, advertidas milagrosamente por su abadesa, las hermanas de Ntrª Srª del Valle, deciden poner a salvo las reliquias de los santos y los encomiendan, junto con algunos objetos de culto entre los que se encontraba una imagen de la Virgen que el Papa Gregorio VI regaló a San Leandro y que en Sevilla gozaba de mucha devoción, a un grupo de clérigos con objeto de llevarlos a Astorga para ponerlos bajo la protección del Romano Pontífice.
Al llegar a la Sierra de las Villuercas, junto al río Guadalupejo, seguramente hostigados por las hordas musulmanas, los viajeros decidieron esconder el arca que contenía las reliquias de los santos hermanos tras “un brezo-cano”. No fueron vanos los temores de las hermanas ya que el Monasterio de Ntrª Srª del Valle fue destruido y sus hermanas sometidas a martirio dando lugar a una dolorosa leyenda.
Respecto a San Isidoro, posiblemente, él sí sería enterrado junto a San Leandro en la “Basílica de las Santas Justa y Rufina”, nada más sabemos de su paradero hasta 1063, año en que Fernando I de León pidió a Al-Mutadid, Rey de la Taifa de Sevilla, recuperar para los reinos cristianos los restos de las Santas Justa y Rufina llevándoselos a León, Al-Mutadid accedió `y pidió al monarca leonés que enviara gente cristiana para que los buscaran ellos mismos pues no sabía dónde podrían encontrarse, así es como llegó a Sevilla una embajada compuesta por monjes y caballeros entre los que se encontraban D. Orduño, Obispo de Astorga y D.Alvito, Obispo de León, quién murió en el camino de regreso, es precisamente a D. Alvito a quién, tras un año de afanosa y desalentadora búsqueda, se le apareció en sueños San Isidoro y le comunicó el lugar donde estaban enterrados sus despojos, así como que D. Alvito no llegaría vivo a León. Y así sucedió, pusiéronse en marcha los expedicionarios tomando la ruta de la Vía de la Plata, llevando consigo las reliquias de San Isidoro y el cadáver de Don Alvito. Cerca ya de la ciudad de León, atravesando tierras pantanosas, como los caballos se negaban a avanzar les taparon los ojos, de esta manera cegados, los que llevaban el cadáver de D. Alvito se dirigieron a la Catedral de León mientras que los que portaban a San Isidoro lo hicieron hacia la Basílica de San Juan y San Pelayo que desde entonces se llamará de San Isidoro. Este traslado aparece documentado en las crónicas Silense y Najerense así como en “Los Milagros de San Isidoro” (Lucas de Tuy) s. XIII.
Respecto a San Isidoro, posiblemente, él sí sería enterrado junto a San Leandro en la “Basílica de las Santas Justa y Rufina”, nada más sabemos de su paradero hasta 1063, año en que Fernando I de León pidió a Al-Mutadid, Rey de la Taifa de Sevilla, recuperar para los reinos cristianos los restos de las Santas Justa y Rufina llevándoselos a León, Al-Mutadid accedió `y pidió al monarca leonés que enviara gente cristiana para que los buscaran ellos mismos pues no sabía dónde podrían encontrarse, así es como llegó a Sevilla una embajada compuesta por monjes y caballeros entre los que se encontraban D. Orduño, Obispo de Astorga y D.Alvito, Obispo de León, quién murió en el camino de regreso, es precisamente a D. Alvito a quién, tras un año de afanosa y desalentadora búsqueda, se le apareció en sueños San Isidoro y le comunicó el lugar donde estaban enterrados sus despojos, así como que D. Alvito no llegaría vivo a León. Y así sucedió, pusiéronse en marcha los expedicionarios tomando la ruta de la Vía de la Plata, llevando consigo las reliquias de San Isidoro y el cadáver de Don Alvito. Cerca ya de la ciudad de León, atravesando tierras pantanosas, como los caballos se negaban a avanzar les taparon los ojos, de esta manera cegados, los que llevaban el cadáver de D. Alvito se dirigieron a la Catedral de León mientras que los que portaban a San Isidoro lo hicieron hacia la Basílica de San Juan y San Pelayo que desde entonces se llamará de San Isidoro. Este traslado aparece documentado en las crónicas Silense y Najerense así como en “Los Milagros de San Isidoro” (Lucas de Tuy) s. XIII.
Volviendo a los hermanos Fulgencio y Florentina, en el s. XIII bajo el reinado de Alfonso X, un labrador se hallaba arando su olivar, en las proximidades de la localidad cacereña de Berzocana cuando los bueyes que tiraban del arado se arrodillaron al quedar enganchada la reja en una argolla de hierro sujeta a su vez a un arcón de alabastro. El bueno del labrador dio cuenta a las autoridades quienes al abrir el arca encontraron una imagen de la Virgen, dos calaveras y bastantes huesos grandes, un velo y un peine –estos últimos pertenecientes a Sta. Florentina- tierra, granos de trigo y unos papeles en los que se explicaba el contenido del arca y que, posteriormente, fueron entregados al Rey Alfonso XI desconociéndose actualmente el paradero de los mismos. Al lugar desde entonces se le denomina “Olivar de los Santos”. Las reliquias fueron trasladadas a la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista de Berzocana. La imagen de la Virgen dicen que fue conducida a Guadalupe, aproximadamente, a unos 30 Km de distancia.
Cuadro representando el hallazgo de los restos de Fulgencio y Florentina en la Parroquia de San Juan Bautista (Berzocana) ** |
Transcurrido un tiempo cuenta la tradición que los frailes de Guadalupe, con el pretexto de que en el Monasterio estarían mejor guardadas, tomaron por la fuerza las reliquias de los santos pero el día se oscureció milagrosamente, cuándo volvió la luz San Fulgencio y Santa Florentina estaban de nuevo en la Iglesia de Berzocana y allí reposan actualmente; hasta el año 1.610 bajo el Altar Mayor del Templo Parroquial, a partir de esa fecha, tras ganar el pleito que interpuso la Diócesis de Cartagena a la Villa de Berzocana por la custodia de los Santos, en una capilla con un bello retablo costeado por suscripción popular. Precisamente en el año 2.010 celebró Berzocana un Año Jubilar con motivo de su IV Centenario.
San Fulgencio y Santa Florentina son patronos de la Diócesis de Plasencia como lo son de las diputaciones cartageneras de Pozo Estrecho y La Palma, localidades con las que la localidad cacereña está hermanada, además de ser Patrón, San Fulgencio, de nuestra Diócesis y co-patrón de la ciudad de Cartagena.
De Theodosia nada hemos podido averiguar, a pesar de que, seguramente, su matrimonio con Leovigildo abrió el camino hacia la conversión al Catolicismo de sus reinos y de que fue madre de San Hermenegildo y de Recaredo, piezas claves de esta conversión, nada parece quedar de su memoria, hasta mí llegan noticias de que sí fue canonizada y luego el silencio más absoluto en torno a la quinta hija del Dux de la Carthaginensis, de nuestra Cartagena, “Patria Madre Carthago” de la Iglesia Española, a cuya galería de ilustres hijos hemos acudido -en ese lugar en donde Historia y Leyenda se enlazan y se funden no pudiendo decir muy bien en que punto termina la una y comienza la otra- en busca de Leandro, Fulgencio, Florentina, Isidoro y Theodosia para recordarles y honrar su memoria.
*Fray Pedro Morote Pérez. “Antigüedad, y blasones de la ciudad de Lorca, y Historia de Santa María la Real de las Huertas”, parte 1, libro III, capítulo XIX, pags. 141-42 (De la Alta Casa de Severiano). Editado en Murcia por Francisco Joseph López Mesnier Año 1.741
**, *** Estas fotografías pertenecen a la galería fotográfica la web. http://www.jubilarberzocaniego.com, a cuyos responsables agradezco el poder mostrarla.
**** Mapa en T O, de 1110. Se piensa que están relacionados con la Evangelización Apostólica. Indican las partes del mundo donde fueron a predicar los Apóstoles, las ciudades marcadas serían aquellas desde donde se esparció la semilla de la Evangelización. Toman como centro del mundo Jerusalem. El primero de estos mapas se atribuye a nuestro San Isidoro (s.VII), con el paso del tiempo se fueron haciendo más elaborados como en este caso, de origen inglés. En España sólo menciona una ciudad, Kartago Magna, en la parte inferior izquierda del mapa, que sin duda se refiere a Cartagena. Existe en él otra Cartago, a la derecha del mapa, en África, pero no con la titulación de Magna. Incluido en el libro "Al-Askar, Qartayanna y Tudmir. Nueva documentación sobre la capital andalusí". (varios autores, en imprenta) aprovecho para agradecerles esta generosa aportación.
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