A pesar de las temperaturas suaves, el invierno en Cartagena se deja sentir, de un lado la humedad, esa humedad terrible que cala hasta los huesos traspasando cualquier prenda de abrigo, de otro lado las viviendas están pensadas como albergue contra la canícula y no para refugiarse de los fríos invernales, menos mal que esta es tierra de primavera temprana.
La llegada de la Primavera es un acontecimiento que se espera en la ciudad con impaciencia. Puede ser un buen día de finales de febrero o en la primera mitad de marzo, esta llega sin avisar, así de sopetón, en pugna con el viento, otra constante en Cartagena, un aliado a la hora de paliar los calores del verano y que en febrero resulta francamente molesto, hasta que, finalmente, el cielo se vuelve más azul, si cabe en este rincón mediterráneo, el ambiente huele a claveles, a fresillas, a geranio, a azahar… el viento se transforma en brisa que acaricia y agrada ¡Ya está aquí! Ha llegado la estación de la renovación de la vida.
Un domingo, cuando comience a despuntar la Primavera, oiré rumor de tambores, me asomaré a mi balcón cartagenero y los veré desfilar, una vez más, marciales y airosos, a los sones de sus alegres marchas. Lo haré con la idéntica ilusión con que lo han hecho generaciones enteras de cartageneras desde finales del s. XVIII, un siglo después de su creación en 1.685. Polainas, medias, guerrera y morrión: son los granaderos.
Pero no podré evitar, al ver sus uniformes, una dicotomía mental: de un lado lo visto, vivido y admirado yo diría, si se me permite la licencia, desde antes de nacer, o al menos desde mi más tierna infancia, cientos, miles de veces, en estos pasacalles que anuncian la Semana Santa y en los mismos desfiles pasionales y de otro lado las imágenes no por más lejanas menos repetidas: pinturas, filmes, etc., de la Guerra de la Independencia Española con los franceses vistiendo el vistoso uniforme de ese cuerpo que, por otra parte, tiene su origen en el ejército francés y el Pueblo español, protagonista de ese episodio de nuestra Historia, de calzón corto, faja y chaleco ellos, camisa, enaguas, saya, corpiño y pañuelo de hombros ellas ¡vamos, lo que se dice el pueblo llano!
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Labradora de Cartagena en traje de fiesta 1.825* |
Y es que, cuando en mayo de 1808 andábamos en España astutamente invadidos por los franceses, merced a las ambiciones de Godoy, la clase noble observaba y callaba, a la expectativa, en espera, en “stand-by”, como se dice ahora; así las cosas, fueron los españoles de a pie, el pueblo llano, el que hubo de tomar la iniciativa.
En la mente de todos, los tristes sucesos del 2 de mayo que llevaron a los madrileños a levantarse contra los invasores, levantamiento heroico que tanta sangre habría de costar y que Francisco de Goya supo plasmar, en un dramático y bello testimonio gráfico que ha llegado hasta nosotros.
Las noticias de Madrid iban llegando a Cartagena ciudad en la que, como en otros muchos lugares, se fue generando un malestar profundo traducido en gritos de muerte a los franceses e insultos a quienes se creía afrancesados o amigos de Godoy, aunque a veces el populacho se excediera ¡qué difícil resulta contener al Pueblo exaltado! ¡Qué difícil resulta poner razón en ese Pueblo harto de tanta sinrazón y quizás en algún punto manipulado por oscuros intereses! como sucedió con el Capitán General de la Plaza, el anciano Francisco de Borja y Poyo, Marqués de Camachos, quién había mantenido cierta relación de amistad con el Príncipe de la Paz (acaso buscando la protección de Manuel Godoy en sus reivindicaciones para la vuelta de la Silla Episcopal a Cartagena, una constante en la Historia de nuestra ciudad) Pero eso es otra historia a tratar en cualquier otro momento.
En mayo de 1.808, en la ciudad de Cartagena, el ambiente se iba caldeando por momentos ante las inquietantes noticias que iban llegando desde Madrid. Desde finales de marzo la novedades se sucedían infaustas, la ocupación francesa, el Motín de Aranjuez, la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando, el valiente levantamiento del Pueblo de Madrid ante la noticia de la salida de los infantes, la cruel represión de los días siguientes… Entre los días 5 y 8, se producen las Abdicaciones de Bayona (de Fernando VII en Carlos IV y de este a favor de Napoleón) cuyas reseñas llegan a Cartagena el día 23, con el resultado final de la entrega de España al Emperador de los franceses. El vaso ya demasiado lleno por los recientes acontecimientos oídos, vistos y vividos, se colmó: estas orgullosas gentes de natural alegre, pacífico y acogedor, estallaron con furia, incapaces de tolerar tan grave humillación, aquí y allá se iban formando corrillos en los que, airados y cada vez más exaltados, se comentaban estas novedades. Alguien propuso que el pueblo debía proclamar a Fernando VII como legítimo soberano.
La idea, acogida con entusiasmo, se fue extendiendo y se formaron pequeños grupos que acudieron presurosos a buscar a las autoridades de la Plaza, a la sazón D. Juan de Mata Butler, Gobernador Militar y Político; Don Francisco de Borja y Poyo, Capitán General y D. Ciro García de Cáceres, Regidor destacado; conducidos a la fuerza al Ayuntamiento , una vez los amotinados consiguieron el Pendón Real, congregose el pueblo en la Plaza de Santa Catalina (del Ayuntamiento) dando vítores al príncipe Fernando, serían las nueve y media de la noche. Allí el regidor Ciro García de Cáceres enarbolando el estandarte real, echando el cuerpo por encima del barandal gritó por tres veces: ¡Castilla! ¡Castilla! ¡Castilla y Cartagena! ¡Por el Rey Don Fernando VII!. De esta manera se proclamó al príncipe por legítimo rey y señor de las Españas**.
Nos cuenta Juan Soler Cantó, que los hechos que preceden fueron consignados en los archivos del Ayuntamiento con del fin de dar fe de que Cartagena fue la primera ciudad de España en que se proclamó rey a Fernando VII, también nos cuenta que en el mismo acto se destituyó, junto con otras autoridades, a D. Francisco de Borja y se constituyó la primera Junta de Defensa Española que inmediatamente declaró la guerra al mismísimo Napoleón*** ¡Ni más, ni menos!
A este levantamiento se sumaron en las horas y días siguientes Valencia, Zaragoza, Asturias, Murcia, Andalucía…. ¡El Pueblo español contra la tiranía de los franceses! Hondas, piedras, palos, astucia y coraje, contra un ejército fuerte y organizado, para asombro del Mundo.
* "Labradora de las cercanías de Cartagena en traje de fiesta". Dibujo de Pigal litografiado por Langlume. 1.825. En el s. XIX el dibujante Edme-Jean Pigal recorrió España plasmando en sus dibujos tipos e indumentarias de cada zona, trabajo que sería litografíado por Langlume dando como resultado la publicación de la "Collection de Costumes des diverses Provinces de l'Espagne" [Colección de trajes de diversas provincias de España] a la que pertenece esta bella litografía que me ha sido facilitada por el Grupo Folclórico "Ciudad de Cartagena" de La Palma. Aprovecho para expresarle mi agradecimiento.
** Federico Casal. “Leyendas, tradiciones y viejas historias de Cartagena” (“Motín y proclamación” pags. 45-50) Colección Almarjal, nº 1. Athenas Ediciones. 1966.
***Juan Soler Cantó. “Episodios legendarios en Cartagena”. (“Proclamaciones” pags. 62-63) Colección de temas cartageneros, nº 5. Partido Cantonal. 1.986. I.S.B.N.: 84-398-7223-2. Aunque algunos historiadores afirman que se formaron Juntas de Defensa incluso con anterioridad al 2 de mayo.
Flory creo que eres familiar mio y mi padre era antonio limeres y mi abuelo antonio limeres torrome mi correo es tonilimeres@hotmail.com
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